Dos eruditos bíblicos iban a participar en un diálogo frente a un público expectante. El director presentó al invitado con efusivos elogios, citando sus muchos logros. El invitado respondió: “Pues bien, no estoy seguro de quién es más grande pecador aquí; usted por todas sus palabras lisonjeras, ¡o yo por disfrutarlas!”
La lisonja es una de esas cosas difíciles de describir, pero sabemos lo que es cuando la oímos. El apóstol Pablo advierte en contra de usar la lisonja, sugiriendo que su propósito siempre es egoísta. Está bien hablar positivamente de otros, pero está mal si lo hacemos para provecho personal.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra las maneras de Dios de hablar bien de otros . . . en su Minuto en la Biblia.