Tomás Paine, dirigente de la revolución estadounidense, sabía que las cosas importantes también son costosas. Dijo: “Cuando obtenemos algo demasiado barato, lo estimamos demasiado poco.”

Cuando David, rey de Israel, quiso ofrecer un sacrificio al Señor, alguien le ofreció darle un lugar ideal, más la leña y los bueyes para el sacrificio; gratis. Pero David rehusó, diciendo que no ofrecería al Señor un sacrificio que no le costara nada. Así que le pagó al hombre cincuenta monedas de plata. El descendiente de David, Jesús de Nazaret, dio toda su vida como sacrificio a Dios. El apóstol Pablo nos exhorta a que hagamos lo mismo.

Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra los sacrificios que Dios valora . . . en su Minuto en la Biblia.