Los terroristas en Mosul, en el norte de Irak, les dieron un ultimátum a los cristianos: convertirse al islam y pagar impuestos, salir de la ciudad, o ser ejecutados. Casi no queda ningún cristiano en la ciudad hoy.
Nosotros, los cristianos en Occidente a menudo estamos mal informados de la persecución de cristianos en otras partes del mundo. Pero tiene lugar, tal como sucedió en el primer siglo. Pablo elogió a los cristianos de Tesalónica por su fe frente a la persecución, e hizo algo que nosotros podemos hacer por los cristianos de Irak: oró por su fe y protección.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra la preocupación de Dios por los perseguidos . . . en su Minuto en la Biblia.