Una universitaria, descontenta con el distribuidor donde había comprado un coche, se quejó a la autoridad respectiva. El gobierno dedujo que tenía razón, y exigió que el distribuidor le devolviera el depósito de cuatrocientos dólares. El distribuidor lo hizo, dándole a la universitaria dos costales enormes llenos de monedas de centavo y unos pocos billetes de un dólar.
¿Obedeció el distribuidor la letra de la ley? Sí; devolvió el dinero. Pero, ¿qué tal el espíritu de la ley, obedecer con alegría y humildad? Jesús recalcó el punto diciendo que el espíritu de la ley es tan importante como la letra de ella.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra la manera de Dios para obedecer . . . en su Minuto en la Biblia.