Un grupo ayudaba al pastor a pintar la casa para venderla. Uno de los hombres preguntó si debían pintar un sector de la moldura del segundo piso que no se podía ver desde el suelo. El pastor le dijo que sí, y su amigo le dijo: “Pero nadie jamás lo sabrá.” El pastor respondió: “Yo lo sabré, y Dios lo sabrá.”

Aquel pastor estaba practicando lo que enseña Colosenses tres, veintitrés; que debemos hacer nuestro trabajo como si lo estuviéramos haciendo para Cristo. En el caso de aquella casa, significaba pintarla como si Jesús fuera a ser el nuevo dueño.

Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra la definición de Dios de excelencia . . . en su Minuto en la Biblia.