En nuestra cultura tendemos a describir al deportista o a un músico virtuoso como alguien que es "naturalmente talentoso". Y mientras sea muy probablemente cierto, también desacredita y pasa por alto las miles de horas de trabajo duro, la práctica, y el sacrificio que crea un producto pulido. Estamos tan miopes con los logros que con demasiada frecuencia olvidamos el principio básico de todas las cosas: Uno cosecha lo que siembra. Gálatas 6:6-10