Dios siempre manda de antemano mensajeros para dar advertencias de juicios sobre el pecado. Durante los primeros tres años de la Tribulación, dos profetas de Dios llamarán a Israel y al mundo al arrepentimiento de su impiedad. Los milagros de su ministerio serán sobrepasados solamente por los milagros de la resurrección y la ascensión de Cristo.