Es una broma entre los sitios de trabajo, sea en un negocio, la iglesia, o algún ministerio, que el que no llega a la reunión de planificación resulta ser el “voluntario” para el peor trabajo. Pero en la economía de Dios, no hay malos trabajos—solo trabajos importantes. Para Dios, es precioso oír las palabras, “Heme aquí, envíame a mí.”