La historia nos dice que cuando Julio César desembarcó en las playas de Bretaña, llevó a sus soldados a los riscos de Dover desde donde podían ver los barcos. ¡Lo que el ejército vio fue sus barcos envueltos en llamas! César había ordenado que incendiaran las naves para que no haya retroceso. Su única posibilidad para sobrevivir era conquistar la isla, y eso fue lo que hicieron.
Eso me recuerda las palabras de Jesús a sus discípulos, que para seguirle debían tomar su cruz. Es decir, debían entregarle su vida a él y al reino de Dios. No había retroceso.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra la definición de Dios de entrega . . . en su Minuto en la Biblia.