Si quiere ver a un padre actuar como niño, espere hasta que un hijo suyo alcance algún éxito en sus estudios, tocando el piano, o en algún quehacer en casa. Hay aplausos, palmoteo y expresiones de deleite por el éxito del hijo.

De alguna manera los adultos nos olvidamos de celebrar de la misma manera los éxitos de los demás. El apóstol Pablo escribió que debemos gozarnos con los que se gozan, y, de paso, llorar con los que lloran. El gozo compartido es gozo duplicado, pero la aflicción compartida se reduce a la mitad. Busque hoy a alguien con quien regocijarse.

Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra las razones de Dios para el regocijo. . . en su Minuto en la Biblia.