Jules Renard, escritor francés del siglo diecinueve, pensaba con filosofía humanística. Sin embargo, hallo muy interesante que escribe: “La recompensa de los grandes es que, mucho después de que ha muerto, uno no está tan seguro de que estén muertos.” Estaba hablando, por supuesto, del legado de uno; esa parte de nosotros que vive más allá de nuestra muerte.
Los legados toman muchas formas. Nuestros hijos representan nuestro legado a la próxima generación, así como también nuestro trabajo, y nuestro ministerio por Cristo. Vale la pena considerar: ¿Qué estoy haciendo ahora que continuará dando frutos hasta la eternidad?
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra las maneras de Dios de dejar un legado duradero. . . en su Minuto en la Biblia.