No puedo pensar ni un solo caso en los cuatro Evangelios en donde a Jesús se le describa como APRESURÁNDOSE para ir de un lugar a otro. Incluso cuando limpió el templo en Jerusalén, exhibiendo energía y emoción, no lo hizo de prisa. Sus palabras y movimientos siempre parecen ser mesurados y “tomándose su tiempo”; nunca “al apuro” que caracteriza mucho de la vida actual.
Me he convencido de esto al examinar mi propia vida. ¿Trato de adelantarme a Dios? ¿Tengo a veces que correr para alcanzarlo? Mi meta es andar CON el Señor, en su perfecto tiempo.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra el tiempo de Dios para su vida . . . en su Minuto en la Biblia.