El escritor alemán Goethe escribió que “la tristeza que no se ventila en lágrimas puede hacer que otros órganos lloren.” La verdad es que el estrés de la aflicción, cuando no halla desfogue, puede afectar la salud.

Dios creó el llanto como normal y necesario. Con bastante frecuencia los hombres han visto el llanto como señal de debilidad. El versículo más corto de la Biblia, “Jesús lloró” en Juan once, treinta y cinco, debería disuadir tal noción. Si Jesús fue hombre lo suficiente como para llorar abiertamente ante otros, no hay razón por la que alguien deba sofocar la emoción cuando surge.

Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra el consuelo de Dios en tiempos de aflicción . . . en su Minuto en la Biblia.