Un comentarista bíblico cuenta algo sobre Roberto Moffat, famoso misionero al África del siglo diecinueve. Cuando Moffat era niño, su iglesia recogió una ofrenda para los misioneros. Como no tenía dinero para dar, le pidió al ujier que pusiera el plato de la ofrenda en el piso. Se quitó los zapatos y calcetines, y se paró en el plato diciendo: “Me entrego yo mismo al servicio misionero. Es todo lo que tengo.”

Eso debe ser lo que el apóstol Pablo quería decir cuando dijo que los cristianos deben ser sacrificios vivos. Si le damos a Dios todo de nosotros, como el pequeño Moffat, será suficiente.

Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra lo que Dios quiere . . . en su Minuto en la Biblia.