Cuando se terminó su presidencia, John Adams tomó un transporte público para viajar de la capital a su casa en Boston. Cuando Harry Truman terminó su mandato, con su esposa empacaron sus cosas en su propio coche y él mismo condujo hasta su casa en Kansas. Truman no tuvo secretaria ni otro personal después de dejar la Casa Blanca; él compraba sus estampillas y escribía y franqueaba sus cartas, tal como John Adams.
Tal sencillez y humildad nos parecen extrañas hoy. Pero dice algo en cuanto a la humildad de los que son llamados a dirigir. Y toda persona es líder para alguien.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra los principios de Dios para el liderazgo . . . en su Minuto en la Biblia.