Como a mitad de una cena, los organizadores notaron que no habían pedido que alguien elevara la bendición antes de que la gente empezara a comer. Así que le pidieron a un ministro que estaba presente que elevara la oración. Para aliviar la tensión el ministro dijo: “El salmista debe haberse hallado en una situación similar, puesto que oraba: ‘Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre.”
No es pecado olvidarse de elevar la bendición antes de comer, pero cada vez que recordamos agradecer a Dios por sus provisiones nos ayuda a mantenernos humildes, agradecidos y a depender de Él.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra la provisión de Dios . . . en su Minuto en la Biblia.