Estas palabras de un hombre que dio su vida para llevar el evangelio a China suenan fuera de lugar en nuestro mundo moderno. Dijo: “Mientras menos gastaba en mí mismo, y mientras más daba a otros, más plenitud de felicidad y bendición se volvía mi alma.” Mientras más sacrificaba Hudson Taylor, más feliz era.

Sus palabras me recuerdan a las iglesias cristianas de Macedonia, que con gozo se sacrificaron para ayudar a los cristianos de Jerusalén. De hecho, le rogaron al apóstol Pablo el privilegio de sacrificarse por otros. Dar de nuestra abundancia es bueno, pero dar de nuestra pobreza es sacrificio.

Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra cómo Dios valora el sacrificio . . . en su Minuto en la Biblia.